El Gilberto y la Furia del Río Santa Catarina
La Memoria de un Gigante Dormido
En 1988, Monterrey vivía confiada. El río Santa Catarina —ese cauce que atraviesa el corazón de la ciudad— parecía más un recuerdo pétreo que un río vivo. Su lecho seco se había convertido en canchas, pistas de atletismo y un vasto espacio urbano donde la vida corría sobre lo que alguna vez fue agua.
Pero aquella falsa calma terminaría abruptamente la noche del 16 de septiembre de 1988, cuando el huracán Gilberto despertó al gigante dormido. La furia del agua arrasó con todo a su paso y dejó una cicatriz imborrable en la geografía y en la memoria regiomontana.
La Génesis de un Monstruo: El Nacimiento del Huracán Gilberto
Para comprender la magnitud del desastre, hay que mirar primero el origen del fenómeno. Gilberto no fue un huracán cualquiera: fue uno de los más poderosos del siglo XX, con vientos que superaron los 180 km/h y una trayectoria implacable que cruzó el Atlántico, golpeó a Yucatán y se dirigió hacia el noreste de México.

Los huracanes nacen sobre aguas cálidas y bajas presiones, pero Gilberto fue algo más: una demostración del poder natural absoluto. Su paso por el Golfo de México se convirtió en una ruta de devastación anunciada. Cuando chocó con la Sierra Madre Oriental, el encuentro entre el aire húmedo y las montañas desencadenó lluvias torrenciales que sellarían el destino de Monterrey.
Un Espacio Reclamado: La Vida en el Cauce del Río Santa Catarina
Durante décadas, el río había sido domesticado. Desde su canalización en 1952, el Santa Catarina fue visto más como una oportunidad urbana que como un riesgo natural. La promesa de convertir su lecho en parques públicos se desvaneció ante la urgencia de construir avenidas como Constitución y Morones Prieto, arterias del progreso regiomontano.
El espacio vacío dio pie a una ocupación informal pero vibrante. Antes de 1988, el río albergaba más de 200 canchas deportivas, un parque de juegos mecánicos y hasta ferias. Para miles de familias, el cauce era un lugar de convivencia y orgullo urbano.


Nadie imaginaba que estaban edificando sobre un terreno prestado, un espacio que el agua tarde o temprano reclamaría.
La Noche de la Tragedia: Cuando el Gigante Despertó
La noche del 16 de septiembre de 1988, Monterrey se estremeció. Gilberto había llegado con toda su fuerza. Las lluvias fueron tan intensas que el río Santa Catarina en algunos tramos larrasó con las avenidas que corren a su costado, los puentes colapsaron, y los campos deportivos desaparecieron bajo la corriente.
Los titulares del día siguiente lo resumieron todo:
“¡Es el peor desastre!” – El Norte, 18 de septiembre de 1988.
El rugido del río se llevó vidas, sueños y estructuras enteras. En la zona de la Estación San Juan, solo los helicópteros pudieron llegar durante tres días. El agua había borrado el paisaje conocido de Monterrey, y en su lugar quedaba una ciudad herida.



Las Cicatrices del Desastre: La Ciudad Después del Gilberto
Al amanecer, Monterrey era otra. Las pérdidas humanas fueron incalculables: decenas de desaparecidos y miles de damnificados. Las líneas eléctricas, telefónicas y los caminos habían colapsado. La comunicación con algunas zonas solo era posible por aire.
Huracán Gilberto: La Memoria del Agua y el Eterno Retorno
El huracán Gilberto marcó un antes y un después. Su legado fue doble: dejó cicatrices visibles en la ciudad, pero también lecciones que muchos decidieron no escuchar. La construcción de la presa Rompepicos, años más tarde, representó el aprendizaje técnico de la tragedia. Sin embargo, el olvido volvió a ocupar el cauce: se levantaron parques, canchas y mercados en el mismo lecho que había cobrado tantas vidas.
En 2010, el huracán Alex recordó nuevamente esa lección olvidada. Arrasó con el nuevo Parque Lineal y demostró que, aunque la ingeniería avance, la naturaleza siempre conserva la memoria.
El río Santa Catarina sigue ahí, silencioso, recordando a Monterrey que un río nunca olvida su camino, y que convivir con él exige respeto, no dominio.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
¿Cuándo ocurrió el huracán Gilberto y qué categoría tenía?
El huracán Gilberto impactó Monterrey la noche del 16 de septiembre de 1988. Alcanzó la categoría 5, considerada la máxima en la escala Saffir-Simpson.
¿Por qué el río Santa Catarina causó tanta destrucción?
Durante años, su cauce seco fue ocupado por canchas y vialidades. Cuando las lluvias de Gilberto lo reactivaron, el río recuperó su cauce natural y destruyó todo lo que se había construido sobre él.
¿Qué obras se realizaron después del huracán?
Entre las principales medidas de prevención destacan la presa Rompepicos y mejoras en la infraestructura de drenaje pluvial. Sin embargo, la ocupación del cauce ha continuado en distintas formas.
¿Qué relación hay entre el huracán Gilberto y el huracán Alex (2010)?
Ambos eventos mostraron la vulnerabilidad de Monterrey ante lluvias extremas. Alex repitió el patrón de destrucción sobre las zonas ocupadas del río, confirmando que las lecciones de Gilberto no fueron plenamente aprendidas.